miércoles, mayo 16, 2007

Primeros días en Klagenfurt

Tras comentar el modo en el que he ido a caer en Austria, que mejor momento que el de una caída de la red del curro para aprovechar y contra mis primeros días en Klagenfurt.

Huelga decir que la primera noche me tocó volver a dormir en la furgo rodeado de una bici, de cientosesentaytrescajas, un par de esquíes, una tabla de snow, y demás cacharricos que utilizo de vez en cuando. Al día siguiente pude dar con un albergue y reservar habitación para 2 días. La idea era hacerlo para una semana, pero como se acerca la temporada de veraneo, los findes en Klagenfurt es complicado encontrar alojamiento.

Bueno, mientras encontraba casa alterné mi vida en el albergue con la vida de marajá en los 1´5 m2 de espacio libre en la furgo. Me sentía el sultán de Brunei. Él seguramente no tendrá más que levantar un dedo para que un sirviente le alcance una bandeja de uvas; ó bostezar para que algún sirviente le lleve a la cama; ó señalar una llaves para que el mismo sirviente le acerque la moto. Yo, en cambio lo tenía mucho más facil. No tenía más que mover un dedo para apartar los rollos de papel higiénico y alcanzar una bolsa de patatas fritas; si estaba cansado, además de bostezar, no tenía más que apartar los rollos de papel higiénico y ponerme a dormir; que quería desplazarme no tenía más que apartar los rollos de papel higiénico y montarme en la bici. Craso error, ya que la bici estaba rota. Total a volver a meter la bici en la furgo e ir andando. Lós rollos de papel higiénico se quedaron en la primera papelera que encontré.

A este en cambio no le molestaban los rollos de papel higiénico...

Así se sucedieron los primeros días en Klagenfurt. El tema casa, que en un principio iba a ser coser y cantar, se ha convertido en un horror. Es lo que tiene aparecer en una ciudad universitaria a mitad de semestre. Aunque ante la imposibilidad de encontrar casa estos días se convirtieron en dos horrorosas e interminables semanas. Todo este tiempo sin nada en que ocupar mi tiempo libre, me ha servido para para hacerle creer a mi jefe que ha hecho la inversión del año con “mi compra”. No creo nunca hubiera pensado que un españolito pudieses meter tantas horas en una oficina. No voy a decir que entro el primero y salgo el ultimo, puesto que hay algún pirado que entra a currar a las 5 ó 6 de la mañana, pero lo que si es verdad es que salgo siempre el ultimo. Joe, estoy currando tanto que ya tengo hasta miedo que los compañeros de curro empiecen a tomarla conmigo. Menos mal que soy la leche de simpático y les amenizo los descansos con mis “1001 maneras de decir mal una frase en alemán”.

Al final he decidido esperar hasta que acabe el semestre y el mercado de palacetes con vistas al lago de más de sí. Mientras tanto viviré en Moosburg , un pueblito en la montaña de las afueras de Klagenfurt. Se trata de un chalet de una familia que me alquila la parte de arriba por unos 250 euskos. De p.m.!!


Moosburgo, con su pequeño lago.

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